jueves, 1 de enero de 2015

Dificultades en la alimentación


¡Lo prometido es deuda! 

Y por eso, tal y como os vaticinaba en la entrada anterior de esta sección, aquí os dejo las principales dificultades que os podéis encontrar a la hora de comer con los peques de la casa. 





Muchas veces las expectativas que se crean ante los hábitos en la mesa pueden ser las causantes de algunas de las dificultades que nos encontremos.

Situaciones comunes:

- El niño/a no tiene apetito: no debemos confundir el apetito con el hambre, ya que esto último es producto de una necesidad no cubierta que provoca insatisfacción, ansiedad e incluso dolor.
El apetito es, sin embargo, de componente psicosocial y se caracteriza por el deseo o placer de comer. 
La inapetencia puede deberse a cansancio, calor o incluso puede estar relacionada con experiencias de alimentación que pueden predisponerlos a rechazar alguna comida.
El papel de los padres es fundamental: ofreciendo un momento relajado y agradable, evitando la tensión que pueda provocarnos que el niño/a rechace la comida. 
Hay que establecer pautas en relación a la duración máxima de las comidas y el volumen de las proporciones de alimentos.
Además podemos buscar equivalentes para sustituir aquellos alimentos rechazados.

- El niño/a no tiene suficiente: es muy importante que al finalizar la comida el niño/a quede satisfecho/a, tanto en el ámbito físico como anímico. Es el niño/a el que autorregula sus necesidades de alimentación, y a medida que va creciendo es capaz de auto controlarse.
En caso de que el niño/a muestro un apetito desproporcionado y nunca quede satisfecho habrá que plantarse por qué sucede esto y ayudarle a poner límites.

- El niño/a rechaza nuevas texturas y sabores: la incorporación de nuevos alimentos deber llevarse a cabo de manera progresiva. Es normal que el niño/a rechace alimentos que no conoce.
Si el niño/a rechaza un alimento por sistema es conveniente esperar una o dos semanas antes de ofrecérselo de nuevo. También se puede intentar mezclar un poco el nuevo alimento con su alimento preferido, y a medida que se va acostumbrando al nuevo alimento iremos aumentando la cantidad de éste.

El objetivo es que cumplido el año el niño/a tenga un patrón de gustos lo más amplio posible.


Factores que pueden influir en la alimentación:

- Temperamento: no todos los niños/as se adaptan igual a las nuevas vivencias que suponen los cambios alimenticios.

- Maduración neuromuscular: la capacidad de alimentación requiere una buena coordinación ojo-mano y hacer una buena pinza con los dedos de la mano (9-12 meses).

- Factores psicológicos: al año el niño/a tiene mayor capacidad de autonomía y puede pretender comer solo. Cuando se acercan los dos años empieza a seleccionar lo que desea comer, y esto puede no coincidir con lo que los padres deseen que tome.


Hay que tener en cuenta estos factores y que la alimentación es mucho más que un acto nutritivo. La actitud de los adultos es percibida por el niño/a como de acogimiento o rechazo y, en ocasiones, el exceso de preocupación puede llevar al niño/a a utilizar el elemento de la alimentación como contraprestación. 
Los adultos con exceso de rigidez o de tolerancia son el origen de muchas dificultades en la alimentación.


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