¡Lo prometido es deuda!
Y por eso, tal y como os vaticinaba en la entrada anterior de esta sección, aquí os dejo las principales dificultades que os podéis encontrar a la hora de comer con los peques de la casa.
Situaciones comunes:
- El niño/a no tiene apetito: no debemos confundir el apetito con el hambre, ya que esto último es producto de una necesidad no cubierta que provoca insatisfacción, ansiedad e incluso dolor.
El apetito es, sin embargo, de componente psicosocial y se caracteriza por el deseo o placer de comer.
La inapetencia puede deberse a cansancio, calor o incluso puede estar relacionada con experiencias de alimentación que pueden predisponerlos a rechazar alguna comida.
El papel de los padres es fundamental: ofreciendo un momento relajado y agradable, evitando la tensión que pueda provocarnos que el niño/a rechace la comida.
Hay que establecer pautas en relación a la duración máxima de las comidas y el volumen de las proporciones de alimentos.
Además podemos buscar equivalentes para sustituir aquellos alimentos rechazados.
- El niño/a no tiene suficiente: es muy importante que al finalizar la comida el niño/a quede satisfecho/a, tanto en el ámbito físico como anímico. Es el niño/a el que autorregula sus necesidades de alimentación, y a medida que va creciendo es capaz de auto controlarse.
En caso de que el niño/a muestro un apetito desproporcionado y nunca quede satisfecho habrá que plantarse por qué sucede esto y ayudarle a poner límites.
- El niño/a rechaza nuevas texturas y sabores: la incorporación de nuevos alimentos deber llevarse a cabo de manera progresiva. Es normal que el niño/a rechace alimentos que no conoce.
Si el niño/a rechaza un alimento por sistema es conveniente esperar una o dos semanas antes de ofrecérselo de nuevo. También se puede intentar mezclar un poco el nuevo alimento con su alimento preferido, y a medida que se va acostumbrando al nuevo alimento iremos aumentando la cantidad de éste.
El objetivo es que cumplido el año el niño/a tenga un patrón de gustos lo más amplio posible.
Factores que pueden influir en la alimentación:
- Temperamento: no todos los niños/as se adaptan igual a las nuevas vivencias que suponen los cambios alimenticios.
- Maduración neuromuscular: la capacidad de alimentación requiere una buena coordinación ojo-mano y hacer una buena pinza con los dedos de la mano (9-12 meses).
- Factores psicológicos: al año el niño/a tiene mayor capacidad de autonomía y puede pretender comer solo. Cuando se acercan los dos años empieza a seleccionar lo que desea comer, y esto puede no coincidir con lo que los padres deseen que tome.
Hay que tener en cuenta estos factores y que la alimentación es mucho más que un acto nutritivo. La actitud de los adultos es percibida por el niño/a como de acogimiento o rechazo y, en ocasiones, el exceso de preocupación puede llevar al niño/a a utilizar el elemento de la alimentación como contraprestación.
Los adultos con exceso de rigidez o de tolerancia son el origen de muchas dificultades en la alimentación.
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